martes, 19 de agosto de 2008

Otra vez con "Los cipreses creen en Dios", junio 15, 2006


Las cosas que están pasando en la actualidad política de este país, concretamente aquí, en Cataluña, me hacen recordar lo leído en “Los cipreses creen en Dios”, de José María Gironella. ¿Es ello bueno? No, pienso que no. Terminada su lectura, allá por marzo o abril de este año 2006, centré mis comentarios de entonces en los personajes humanos que no en los hechos históricos allí citados; sin que ello significara su olvido. Ya que fueron reales, verídicos, tomados de citas de periódicos o revistas de la época, tal como, por ejemplo, las últimas palabras de Calvo Sotelo(*) en el Congreso, o las de Ibarrurri, la Pasionaria,(**) en los pasillos del mismo lugar, anunciadoras del vil asesinato del adversario político. Acontecimientos previos al inicio de la Guerra Civil española de 1936.
Pero volviendo al presente, estimo que quizás en esta etapa de campaña para el referendum del nuevo Estatut para Cataluña, se estén dando, desgraciadamente, algunas similitudes. Citaré algunos hechos:
La formación de un frente común de socialistas nacionales(Psoe), socialistas catalanes(PSC), nacionalistas de derecha(CIU), nacionalista de izquierda(ERC), comunistas, (Iniciativas)etc. , - en fin - todos - contra la derecha representada por los del PP.
El hecho de arrogarse el nombre y propiedad de Cataluña.
La tergiversación de palabras y hechos e impedir, por cualquier medio, que el contrario político pueda expresarse.
En resumidas cuentas, pesadumbre e impotencia es lo que siento al ver que en España, setenta años más tarde, todo el aparato democrático con sus instituciones, no sirva para nada; excepto para que unos cuantos se salgan con la suya. Suya – repito- y de nadie más. Me obsesiona la idea de la inexistencia de institución, orden o ley, REAL Y EFECTIVA, que defienda y ampare los derechos de todos los ciudadanos españoles, sin distingo de comunidad, lengua, ideología política o estamento socio económico, pero sobretodo impida y castigue a los transgresores? ¡Ojo, a los reales y auténticos transgresores!¿Qué validez moral puede tener un “Sí “ obtenido de este modo? Ninguna, al menos para mí.
_________
(*)Reproduzco a continuación las aludidas palabras del político asesinado, según Wikipedia:
“Yo tengo, Sr. Casares Quiroga, anchas espaldas. Su señoría es hombre fácil y pronto para el gesto de reto y para las palabras de amenaza. Le he oído tres o cuatro discursos en mi vida, los tres o cuatro desde ese banco azul, y en todos ha habido siempre la nota amenazadora. Bien, señor Casares Quiroga. Me doy por notificado de la amenaza de S.S. Me ha convertido S. S. en sujeto, y por tanto no sólo activo, sino pasivo, de las responsabilidades que puedan nacer de no sé qué hechos. Bien, Sr. Casares Quiroga. Lo repito, mis espaldas son anchas; yo acepto con gusto y no desdeño ninguna de las responsabilidades que se puedan derivar de actos que yo realice, y las responsabilidades ajenas, si son para bien de mi patria (Exclamaciones.) y para gloria de España, las acepto también. ¡Pues no faltaba más! Yo digo lo que Santo Domingo de Silos contestó a un rey castellano: ‘Señor, la vida podéis quitarme, pero más no podéis’. Y esa preferible morir con gloria a vivir con vilipendio. (Rumores.) Pero a mi vez invito al Sr. Casares Quiroga a que mida sus responsabilidades estrechamente, si no ante dios, puesto que es laico, ante su conciencia, puesto que es hombre de honor; estrechamente, día a día, hora a hora, por lo que hace, por lo que dice, por lo que calla. Piense que en sus manos están los destinos de España, y yo pido a Dios que no sean trágicos. Mida S. S. sus responsabilidades, repase la historia de los veinticinco últimos años y verá el resplandor doloroso y sangriento que acompaña a dos figuras que han tenido participación primerísima en la tragedia de dos pueblos: Rusia y Hungría, que fueron Kerensky y Karoly. Kerensky fue la inconsciencia; Karoly, la traición a toda una civilización milenaria. Su señoría no será Kerensky, porque no es inconsciente, tiene plena conciencia de lo que dice, de lo que calla y de lo que piensa. Quiera Dios que S. S. no pueda equipararse jamás a Karoly. (Aplausos.)”(**)Asimismo, copio las aludidas a Ibarruri, tomadas también de Wikipedia :


“Una cuestión controvertida, pero que parece que tenga mayor relevancia, es si en esta sesión Dolores Ibarruri exclamó, dirigiéndose al diputado monárquico: "Este hombre ha hablado por última vez". La frase no aparece en el Diario de Sesiones (lo que no significa gran cosa, pues las expresiones de este tipo solían ser omitidas), y La Pasionaria siempre negó haberla proferido. Sin embargo, Tarradellas, en una entrevista concedida a Pilar Urbano en 1985, contradice su versión: "Me acuerdo del día que Dolores Ibarruri le dijo a Calvo Sotelo aquello de «has hablado por última vez», porque yo me sentaba en un escaño muy cercano al de Calvo Sotelo".[25] Se trata, en cualquier caso, de un detalle accesorio, pues que La Pasionaria amenazase a los diputados de las derechas no era ninguna novedad. En la misma sesión del 16 de junio afirmó refiriéndose a Calvo Sotelo y Martínez Anido, organizador de la guerra sucia contra el sindicalismo anarquista en Barcelona durante el comienzo de la década de 1920: "para vergüenza de la República española no se ha hecho justicia ni con él ni con S. S."; en la del 15 abril había afirmado que si a Gil Robles le molestaba morir con los zapatos puestos se los quitarían y le pondrían unas botas, y en otras varias había exclamado refiriéndose a sus oponentes: "hay que arrastralos". El ambiente en las Cortes era tal que al terminar la intervención de Calvo Sotelo Besteiro comentó: "Si el gobierno no cierra el Parlamento hasta que se aquieten las pasiones, seremos nosotros mismos los que desencadenaremos, aquí dentro, la guerra civil".[26]”


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Este blog es el medio de expresar mis particulares reflexiones e ideas sobre la realidad que me rodea, así como las sugeridas por la lectura de libros y artículos de prensa. No es crítica literaria, no tengo conocimientos para ello. Expongo , tras muchos esfuerzos, lo que mi corazón me dicta. No es mi intención la de ofender ni herir a nadie. Tampoco, pues, me gustaría ser objeto de heridas u ofensas por discrepar con mis particulares opiniones y gustos.