En Galicia, comunidad autónoma del Noroeste de España, los resultados de las urnas ratificaron el apoyo de una amplia mayoría de los votantes por continuar con lo viejo conocido y el PP ha recibido el 45% por ciento de los votos, que le dan 37 de los escaños del parlamento, a uno para tener mayoría absoluta. Bastante distanciado, pues, del PSOE, segunda fuerza política más votada, con 25 de los escaños y un treinta y tantos de porcentaje de votos.
Si seguimos leyendo, nos enteramos que en las cuatro provincias, y en más del ochenta por ciento de los municipios, fueron los "Populares" los más votados; y esta vez, votaron muchos más que en otras votaciones autonómicas porque el buen tiempo animó al 67 ó 68% de los ciudadanos gallegos a cumplir con el derecho-deber de votar.
Después de leer esto, parece evidente la existencia de un vencedor único de los comicios celebrados el pasado domingo en Galicia; a quien, por voluntad soberana del pueblo gallego, le correspondería formar nuevo gobierno, ¿verdad? Pues no. ¡Estamos en España! Este país en el que, por desgracia, la realidad y voluntad de muchos de sus ciudadanos va por vías opuestas a las de su clase política. Especialmente de la que le gobierna, la cual no tiene escrúpulos en anteponer e imponer su intereses (exclusivamente suyos) a la voluntad o soberanía del pueblo. Y así, a pesar del claro resultado de la consulta del domingo, nos hallamos a la espera de los resultados de los pasteleos entre los grupos menos votados para el reparto del Poder. Que, con toda probabilidad, reproducirán en Galicia el triste panorama que Cataluña, otrora región puntera, ofrece al resto de las Comunidades. Consecuentemente, me pregunto,¿ no existen medios legales, es decir, en la Constitución o en las leyes electorales vigentes, no hay norma o forma que obligue a respetar las decisiones ciudadanas? ¿No? En este caso, pienso que se hace urgente legislar en este sentido, para evitar esta continua sensación de ser burlados que, acaso, muchos, como yo, puedan sentir.
Después de leer esto, parece evidente la existencia de un vencedor único de los comicios celebrados el pasado domingo en Galicia; a quien, por voluntad soberana del pueblo gallego, le correspondería formar nuevo gobierno, ¿verdad? Pues no. ¡Estamos en España! Este país en el que, por desgracia, la realidad y voluntad de muchos de sus ciudadanos va por vías opuestas a las de su clase política. Especialmente de la que le gobierna, la cual no tiene escrúpulos en anteponer e imponer su intereses (exclusivamente suyos) a la voluntad o soberanía del pueblo. Y así, a pesar del claro resultado de la consulta del domingo, nos hallamos a la espera de los resultados de los pasteleos entre los grupos menos votados para el reparto del Poder. Que, con toda probabilidad, reproducirán en Galicia el triste panorama que Cataluña, otrora región puntera, ofrece al resto de las Comunidades. Consecuentemente, me pregunto,¿ no existen medios legales, es decir, en la Constitución o en las leyes electorales vigentes, no hay norma o forma que obligue a respetar las decisiones ciudadanas? ¿No? En este caso, pienso que se hace urgente legislar en este sentido, para evitar esta continua sensación de ser burlados que, acaso, muchos, como yo, puedan sentir.
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