Ayer el Parlament aprobó por mayoría la prohibición de las corridas de toros en Cataluña. Pienso que los que nos dirigen, para su fortuna, han hallado por fin el tan ansiado filón de oro, es decir, un tema capaz de suscitar la polémica general para mantener entretenida a la opinión pública. ¡Felicidades, pues! Ahora, estaremos todos entretenidos en esta cuestión, mientras otras, más graves y acuciantes, pasarán desapercibidas, como, por ejemplo, la reforma laboral, los arbitrarios recortes salariales impuestos a los funcionarios y pensionistas, la llamada ley de cajas, el sistemático deterioro de las instituciones públicas , la impunidad de que gozan unos pocos para los cuales no existe sanción alguna si vulneran las leyes, el imperio de los corruptos y la extensión de la corrupción en todos los ámbitos de la vida española...¡qué horror!
Llama especialmente mi atención que los que alegan que esta decisión es un atentado contra las libertades individuales olvidan( más bien quieren olvidar, o por lo menos obviar) que los que vivimos aquí, en Cataluña, llevamos años acostumbrados a los más peregrinos imperativos legales, arbitrarios e injustos, recogidos en las normas y leyes que rigen especificamente para la Comunidad. Hay muchos ejemplos, pero creo digna de destacar la ley de educación catalana. En este caso no ha primado la protección de los cachorros humanos ante los grandes depredadores políticos.